miércoles, 27 de junio de 2007

No hay que engañarse...

El miércoles pasado se dió uno de esos extraños resultados que hacen del fútbol uno de los deportes más fascinantes que ha inventado el ser humano. La selección mexicana, que venía anímicamente por los suelos después de perder la final de la Copa de Oro contra su eterno rival de la zona, los Estados Unidos, derrotó a la selección brasileña, el actual campeón de América, que con este resultado dejó claro que la crisis que atraviesa el seleccionado de Dunga es mucho más grave que el de Hugo Sánchez.

Y es que a pesar de que México obtuvo un resultado histórico, no hay que engañarse. La selección mexicana tiene varios problemas en su juego de conjunto. Los goles cayeron en dos jugadas individuales brillantes. El gol de Nery Castillo seguramente estará entre los cinco mejores goles de la Copa, por su control dirigido, por el sombrerito a Maicon y la sangre fría para definir, y el tiro libre de Ramón Morales fue un poema.

Sin embargo el hecho que Guillermo Ochoa y Rafa Márquez se hayan convertido en figuras, habla de que hay algo mal con el sistema defensivo. Honestamente Brasil merecía algo más luego del asedio a la portería mexicana en la segunda mitad. Adelante, a pesar de la efectividad que mostró el equipo mexicano en la primera mitad, en la segunda parte se fallaron unas jugadas claras de gol, muchas de ellas, como la que Castillo no le pasó a Ramón Morales, ó la que sí le quizo pasar a Cacho, fueron una clara muestra de poco entendimiento. En el cabezazo de Cacho el portero brasileño se revolcó bien, pues fue a muy corta distancia. La última jugada del partido, la que falló Castillo luego de quitarse a Alex y dejar desparramado al portero fue increíble, y es del tipo de jugadas que tienes que meter para liquidar al contrario, pero enfin.

Los problemas que enfrenta Dunga en su selección parecen graves, y merecen un análisis aparte. Aunque si uno lo reflexiona, son notablemente similares, guardando las distancias, a los que enfrenta México, evidentemente maximizados por tratarse de la selección de Brasil, que es un candidato natural para salir campéon de la Copa América, como lo es de cualquier torneo en el que participe.

Lo primero que ha llamado poderosamente la atención es la deserción de la selección de jugadores tan importantes como pueden ser Kaká ó Ronaldinho. El abandono de estos dos jugadores, de los mejores del mundo, ha resultado particularmente significativo cuando se mira a su máximo rival en la zona, Argentina, cuyos mejores jugadores han asistido en bloque a la Copa América, incluso si tienen que ir al banquillo y ser suplentes. Algo similar le ha pasado a México, guardando las distancias, con los abandonos de tres de los "europeos", Pavel Pardo, Ricardo Osorio y Carlos Salcido, que son hoy por hoy de los máximos representantes dell fútbol mexicano.

Luego la prensa ha cuestionado la convocatoria de ciertos jugadores de Brasil, en la que Dunga, que ha sido acusado de escoger a ciertos elementos para quedar bien con ciertos representantes de jugadores, ha dejado fuera a algunos referentes absolutos de la selección brasileña como Ronaldo ó Roberto Carlos, para darle la oportunidad a otros jugadores como Robinho ó Maicon, dejando que el talento en media cancha lo provea Diego, el jugador del Werder Bremen, y que desde el banco entre Anderson, la flamante nueva contratación del Manchester United para cambiar el partido. En el partido contra México, Robinho fue el que más intentó adelante, aunque los que lo acusan de pecho- frío, podrían decir que apenas fue peligroso a pesar del tiro al travesaño, Maicon desbordó un par de veces, sin mucha profundidad, Diego fue neutralizado por Torrado y Correa, y Anderson pasó completamente desapercibido.

A pesar del buen partido de México, no debemos caer en el error de pensar que por el hecho de ganarle a un Brasil lleno de problemas internos, la selección de Hugo no atraviesa su dosis de tribulaciones. Desde luego que la obtención de buenos resultados siempre maquillan cualquiera que sea el problema, pero sería un error para el propio crecimiento del futbol mexicano no cuestionarse con honestidad sobre cuál es la mejor opción para la Selección de aquí a futuro.

Así, mientras que nuestro entrenador nacional nos explica la diferencia entre "prometer" y "comprometer", de la misma manera que lo haría el gran Mario Moreno "Cantinflas", debemos considerar, mas allá de los resultados, si queremos mantener a un entrenador con un estílo táctico indefinido y un tono, en sus declaraciones, bastante altanero y prepotente, porque para el Mundial del 2010 todavía falta bastante.

Sebastián del Amo

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