miércoles, 7 de febrero de 2007

Corren malos tiempos

Cada vez tengo más claro porqué en España se instauró de nuevo la monarquía. No se trataba de recomponer lo que la Segunda República erradicó, se trataba de evitar que España pudiera ser republicana, y que España fuera de una vez por todas un Estado moderno gobernado desde la libre manifestación de sus ciudadanos mediante la elección directa de todos sus dirigentes, desde el jefe del Estado al más humilde concejal.
Están corriendo malos tiempos en España. Estamos asistiendo al preocupante espectáculo del intento de apropiación de los actuales símbolos del Estado como si con ello se pretendiera demostrar que en España vuelven a mandar los de siempre y que aquello que Franco dijo de que “todo estaba atado y bien atado” no era una frase sin sentido producto de los delirios de un viejo y caduco dictador.
Nuestras calles se están llenando de gentes cuya actitud extremista e intolerante con aquellos que no piensan como ellos ni se preocupan en ocultarla. Esto está preocupando a millones de españoles, como les está preocupando también el ver a gente uniformada manifestándose contra el Gobierno.
La extrema derecha vuelve por sus fueros y elementos como José María Aznar, Ángel Acebes e Ignacio Astarloa, animados por desaprensivos periodistas que de continuo les están incitando al golpe de Estado, están llevando la convivencia entre los Españoles a una situación límite que es imposible de corregir por un Gobierno pero si por la más alta instancia constitucional, el Jefe del Estado, en este caso el Rey. Sabemos que la monarquía en España tiene muy limitadas sus prerrogativas, que prácticamente el Rey se limita a recibir a las altas personalidades que visitan nuestro país y a darse por enterado de los cambios de Gobierno firmando debajo de donde pone “Enterado”. Pero hora va siendo ya de que este país tenga un jefe del Estado que en determinadas circunstancias que lo requieran ponga a cada uno en su sitio y vele por la tranquilidad y el bienestar de todos los españoles.
Hace falta una reforma constitucional, pero esa reforma no debe limitarse a si el heredero de la corona debe ser hombre o mujer, no, esa reforma debe ser en el sentido de que el jefe del Estado, el que sea, tenga el suficiente respaldo de los ciudadanos para poner en orden y llamar a la sensatez a aquellos que no creen en la Democracia y que no quieren otro sistema que no sea el que ellos “manejaron” durante casi cuarenta años.

Pascual Mógica Costa

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